Penumbras - {Afiliación Elite}

Buenos Aires, época contemporánea. La ciudad es agitada y poblada en su gran mayoría debido a que es la capital del País, y allí pueden encontrarse infinidad de oportunidades, situaciones, personas y… entes sobrenaturales. Sí, no vamos a negar que el estudio acerca de la existencia de éstos entes no es algo arduo y llevado a cabo por muchísimas instituciones alrededor del mundo. Lo cierto es que si todavía no han podido dar nada por sentado, es porque éstos mismo entes saben bien cómo esconderse u ocultar su naturaleza.

Parcas, personas con poderes extraordinarios, fantasmas y demonios, entre otros, recorren las calles de la ciudad día y noche y caminan entre los seres humanos comunes y corrientes, algunos de ellos hasta haciéndose pasar por un ser vivo común y corriente. Juan Mellman es una parca relativamente joven pero no por eso menos habilidoso o incapaz de hacer su trabajo. Se dedica a tomar almas para llenar una cuota y poder así ganar sus luces. Se le ha dado un cuerpo físico humano en donde reside su alma mientras este trabajo es realizado, y como tal tiene las mismas necesidades que un humano regular: comida, techo, trabajo… sí, ser una parca no implicaba que te den un cheque todos los meses.

Ariel Alonzo es descendiente de una tribu indígena de la cual su historia se remonta hacia varios siglos atrás: los Selknam. Como descendiente de esa tribu posee los poderes que ellos ganaron con su esfuerzo y trabajo desde hace siglos. Sus poderes, en mayor parte de curación, despertaron en ella a sus dieciocho años, y es hasta el día que hoy que continúa en la práctica de ellos para mejorar.

Ariel y Juan se conocieron en un infortunado accidente en donde Juan tenía como misión tomar el alma de Ariel ya que se suponía había sido predestinada a morir en el mismo. Sin embargo algo salió mal: Juan nunca pudo extraer su alma a pesar de que sabía bien cómo hacerlo, y Ariel pudo notar en Juan que era algo más que el acompañante que se sentó a su lado en ese bus. A partir de ese momento Ariel pudo notar cierto halo y cierto aroma a incienso alrededor de las otras personas que luego terminaron muertas en ese mismo accidente. El suceso casi no dejó supervivientes, siendo Ariel y Juan dos de los pocos. Pensaron que nunca más volverían a coincidir pero el destino volvió a unirlos cuando le llegó su hora a la abuela de Ariel, en donde Juan tuvo que hacerse presente para tomar su alma. Si bien Ariel intentó detenerlo, su abuela se lo prohibió y allí mismo le explicó a Ariel de dónde provenía mientras la parca escuchaba atentamente. La mujer mayor falleció poco tiempo después de su relato y Juan hizo su trabajo sin chistar, aunque por dentro se sentía mal por Ariel y quería ayudarla pero no había nada que él pudiera hacer: una parca es la misma muerte, y Ariel tenía poderes relacionados con la misma vida. Eran dos polos totalmente opuestos.

Fue así que ambos continuaron con sus vidas (o no-vida en el caso de Juan) hasta que en un momento un ser se presentó ante cada uno de manera individual. Se hacía llamar Sebastián y decía tener el poder de caminar en el plano de los vivos tanto como en el plano de los muertos a su antojo y libre albedrío. Decía poder encerrar a quién quisiera en el plano de los muertos o misma traer demonios o seres del plano de los muertos y dejarlos hacer estragos en el de los vivos. Le dijo a Juan que sus días como parca estaban por terminarse, que de hecho todas las parcas desaparecerían poco a poco y que no había nada que él pudiera hacer. Sebastián insinuaba que él y “los suyos” se encargarían de eliminarlos.

Confundido por el suceso, Juan recurrió a Ariel, sabiendo que la muchacha tenía conocimientos acerca de lo sobrenatural y su sorpresa fue grande cuando ésta le dijo que ella también había recibido la visita de la misma persona. En su caso, se identificó como otro descendiente Selknam y trató de convencer a Ariel para que se una a su plan de acabar con las parcas y todo ser que no estuviera lleno de vida. Porque este mundo se hizo para seres con vida, no para que los muertos caminen entre los vivos. Sebastián dejó en claro su punto, consideraba que todos los muertos deberían estar en el mismo lugar, y eso significaba lejos de los vivos. Dijo tener un plan que incluía magia de todo tipo y el uso de los poderes que llevaban en su sangre, aunque no hizo más aclaraciones.

Juan y Ariel no supieron cómo reaccionar ante estos hechos y decidieron mantenerse alerta pero no llevar a cabo ningún plan ya que lo que Sebastián enunciaba eran sólo palabras. Se equivocaron. Días después de la aparición del Selknam, Buenos Aires comenzó a sumirse en un clima de hostilidad e inseguridad a cada paso que uno daba. Su aspecto parecía ser el mismo, pero lo que se podía sentir en sus calles era totalmente diferente. Los humanos caminaban con algo de miedo, los perros estaban incontrolablemente alterados, y los gatos parecían reunirse en determinados puntos de la ciudad a niveles masivos, y nadie sabía explicar por qué.

Lo siguiente que se descubre, es una brecha abierta ente el plano de los vivos y de los muertos. Con cierta dificultad ya que el tamaño de la brecha no es todavía extremadamente grande, algunos demonios están escapando de lo que parece ser una dimensión infernal y provocando caos entre los seres humanos que habitan en la ciudad. El trabajo de las parcas pareció tener un repentino aumento al aumentar la cantidad de muertes, y los descendientes Selknam comenzaron a sentirse constantemente perseguidos.

Ariel logró encontrar algunos otros descendientes de su tribu, pero necesitarían organizarse si era que querían detener lo que estaba sucediendo. Por su parte, las parcas comenzaron a notar cambios en los poderes que les concede su naturaleza, debilitándose por momentos o no llegando a lograr ciertos cometidos. Juan recurrió a los miembros de su grupo y éstos también decidieron hacer algo al respecto. Todo indicaba que lo que sea que Sebastián estaba planeando ya había comenzado, y un infierno se estaba desatando en la ciudad.

¿Qué papel cumplirás tú en este caos? ¿Serás una parca que luchará por no seguir debilitándose con el riesgo de quedar en un letargo eterno y por consecuente nunca llegar a tus luces y sufrir un castigo constante? ¿O acaso serás un descendiente Selknam que luchará por salvar a los humanos de las amenazas demoníacas? ¿Un Demonio que atentará contra todo aquel que desee hacer el bien? ¿Quizás un ser humano común y corriente? No tener poderes no significa no ser de utilidad en esta guerra, dicen que dos cabezas piensan mejor que una, y a fin de cuentas, todos compartimos el mismo universo en donde nos movemos. ¿Dejarías que destruyan tu hogar?